25 de marzo
El primer día con Juliane Liebert vimos sobre todo el Berlín vanguardista y alternativo. Recuerdo que nos perdimos en un laberinto de galerías de arte. Nuestros pasos nos llevaron a una exposición de fotos sobre Berlín –Este, y fue curioso porque esa casualidad entró en eco con nuestra charla, con la vida de Juliane, con la historia de su familia. Algunas fotos completaban o prolongaban lo que acabábamos de decir. Milagros del azar. La traductora fue una interlocutora más – también su historia familiar, la historia de su abuelo, abrió un trasfondo de memorias fascinante.
26 de marzo
El segundo día, con Tilman Rammstedt, fuimos del lado de Kreuzberg, cerca del Landwehrkanal. Recuerdo una extraña sopa lingüística – yo me empeñaba en utilizar mi alemán escolar, completándolo con castellano, inglés y mucho de francés par nécessité, y en cierto momento Tilman me dijo: “creo que estamos hablando en cuatro idiomas al mismo tiempo.” Fue día de espejos y de miradas cruzadas. Hablamos de las dificultades de la escritura, de las dificultades editoriales y materiales, de las condiciones de escritura que a veces influyen tanto – que se quiera o no, c’est le nerf de la guerre como se diría en francés. También evocamos los libros indispensables, esenciales, aquellos que nos cambiaron, esas lecturas que marcan un antes y un después.